Durante este tiempo en donde me tomé dos meses y medio para tomar una pausa de trabajo, me surgieron varias reflexiones. La primera, es que nunca puedes tomar vacaciones de ti; tus procesos existenciales van contigo a donde vayas, pero es muy importante hacer una pausa de tu cotidianidad y sumergirte en una realidad diferente para poder expandir la mirada de las narrativas que creas, esas pausas abren portales de entendimiento y conocimiento que permiten abordar procesos de aprendizajes y sanación. Estoy muy agradecida por la oportunidad de tomar esa pausa y darme el tiempo para reflexionar, bajar el ritmo de producción y dedicarme a estar en conversación conmigo, mi entorno, la naturaleza, mi hijo y mis amigos.
Desde que era muy pequeña yo tengo incrustado en mi corazón que para salir adelante hay que trabajar muy duro. Mi abuela trabajó sin parar hasta el día que se murió, así que la idea de recibir una beca para descansar me produjo en un primer momento una alegría abrumadora, pero al mismo tiempo, una vergüenza aterradora, un sentido de culpa, que me tocó trabajar antes y durante mi pausa laborar; como si aceptar ser sostenida económicamente en mi descanso fuese algo al que no tuviera derecho. Hacer una pausa, tomar unas vacaciones largas de trabajo, ha sido un acto de rebeldía y resistencia a esos valores impuestos desde mi niñez. Me hubiera gustado que mi abuela o mi madre hubieran podido tomarse esa pausa, pero ahora me toca a mi cambiar esa narrativa tanto para conmigo, como mi entorno, y los espacios a donde tengo un alcance. De ahora en adelante quiero asumir el reto de redimensionar la manera en que nos relacionamos con el tiempo y el trabajo en MÁS, donde el trabajo constante y duro no es lo que define la manera de trabajar, sino el trabajo intencional, conectado y pausado sea lo que guíe la manera de asumir el trabajo. Te invito a que reflexiones sobre: de qué manera te puedes aproximar a tu trabajo permitiendo, el descanso, la pausa y la diversión, y que implementes el hacer menos para hacer más en cada uno de los espacios que participes. Tomarse un tiempo para pausar es tan importante como el trabajo que hacemos para continuar creando espacios de liberación para nuestras comunidades.
¡ Hagamos menos para hacer MÁS !
Puerto Rico:
Uno de los lugares donde pasé más tiempo durante mi sabático fue Puerto Rico, el sueño inicial era ir a Venezuela, pero las diferencias políticas internacionales entre Venezuela y USA en estos momentos, hicieron imposible tener un pasaporte vigente para viajar al territorio donde nací. Así que lo más cerca que pude llegar al contacto con Venezuela fue Puerto Rico, pararme en una playa frente al mar caribe sabiendo que al otro lado del océano estaba la orilla de la costa venezolana que tanto añoro tocar.
Mi experiencia en esa isla:
Pausa, cercanía al territorio donde nací, oportunidad para sentir el abrazo cálido de las olas del mar caribe, el abrazo de Yemaya.
Fue importante para mí reconectarme con la sensorialidad del caribe. Bañarme en su mar, comer plátano, avocado, mofongo, bacalaito, tomar agua de coco fresca que me hizo cosquillas en el estómago, y tomar jugo de parchita que me abrió en un estallido de sabor las memorias de mi niñez; poder escuchar español en cada esquina, en cada rincón, y experimentar nuevamente estar en un lugar donde el inglés era la lengua foránea, secundaria. Donde la sensación de ser el otro desaparecía por un rato. También fue importante atrapar con la mirada los colores de las casas del viejo San Juan, esas casas coloniales que las vemos a montones reproducidas en los pequeños cuadros de souvenir que traemos a nuestras casas para recordarnos los colores del lugar que dejamos. Escuchar los acordes de los gatos callejeros y el canto orquestal de los coquis. Sentir el calor húmedo en la piel, en las articulaciones y en el corazón. Bailar Bomba en el Batey comunitario en la plaza del negro de la Perla; Bailar bomba en el Iman en Piñones. Visitar el estudio del pintor Samuel lind, visitar el Ancon de Loiza, bailar Salsa en vivo, con el Gran Combo de Puerto Rico en la plaza. Y ser testigo de la procesión de los vejigantees en las fiestas tradicionales tradicionales del pueblo de Loiza en conmemoración a Santiago Apóstol.
Todo, absolutamente todo fue una experiencia sanadora y de regocijo que experimentó esta mujer que se identifica como negra y afrodescendiente.
Gracias a “Black joy grant” por brindar los recurso para que esta pausa sucedería