Por Sarahy Sigie
Comencé a colaborar con MAS hace casi dos años, y hoy que mi ciclo llega a un final temporal (me he mudado a otra ciudad) quería reflexionar sobre lo que estos 20 meses de tener a MÁS en mi vida implican para mí.
MÁS significa Movimiento Afrolatino Seattle, y su movimiento inspira a crear un cambio social y a generar equidad racial mediante la sensibilización sobre las contribuciones de los latinos de ascendencia africana. Ser parte de MÁS significa dejar que tu cuerpo, mente y alma se pongan en movimiento para convertirte en un mejor miembro de la comunidad y en un mejor ser humano.
MÁS ha transformado mi vida de manera muy positiva, ya que me ha enseñado sobre la diáspora africana y qué tan presente está entre nosotros la realidad de nuestras comunidades afrolatinas, sobre la capacidad curativa del arte, su poder para unir a las comunidades, y sobre cómo la unidad puede hacer la diferencia. Todos estos aprendizajes han creado una sed interna de autorreflexión y agradecimiento.
Colaborar con MÁS representó un proceso de crecimiento interno. Desde descubrir y entender mi rol en la organización hasta la intensa necesidad de conocer mi historia y mi cultura, y aprender sobre la diáspora africana y los sistemas de opresión.
Si me preguntan qué soy para obtener una imagen visual rápida de mi persona, lo más probable es que tenga que responder en las opciones disponibles en cada formulario de gobierno o solicitud de empleo. Tendría que identificarme como latina, mexicana para ser precisa. Esta etiqueta inicia una división y clasificación que implica suposiciones sobre el color de mi piel, mi trasfondo cultural, mi estatus legal y la forma en que el mundo me percibe. Ser parte de MÁS incluyó el reconocimiento de los privilegios y limitaciones que el color de mi piel juega en definir mis experiencias diarias. Soy mestiza, y por lo tanto no puedo reconocerme como afrolatina. Esto de ninguna manera se traduce en un sentimiento de otredad dentro la organización porque MÁS se convirtió en mi familia. Sin embargo, hubo momentos en los que dudé acerca de mi rol y si debía o no expresar mi opinión sobre temas como raza y opresión, principalmente porque me considero privilegiada en muchas áreas de mi vida.
Este despertar motivó una serie de autorreflexiones en conjunto con cada una de las experiencias compartidas con MÁS, y empecé a pensar en México. Comencé a visualizar claramente el sistema de opresión y cómo mi cultura lo estructura. Desde la idea del “patrón” y el “sirviente”, y el juego de poder entre estos dos papeles, a la forma en que culturalmente etiquetamos la belleza como blancura, a la forma en que nuestro rico vocabulario también sirve como vehículo para denigrar al que se vea diferente utilizando el recurso cómico, a la opresión que afro-mexicanos y pueblos indígenas experimentan en mi país. Era crucial entender que estas formas del lenguaje y esta realidad no vienen de un lugar de odio, han sido institucionalizadas e interiorizadas por nosotros. Es difícil ver el panorama completo cuando la división, el miedo, y una competencia constante para ganarse la vida toman la mayor parte de nuestro tiempo y pensamientos. Sin embargo, es posible.
Durante este proceso interno, pasé por un período de aprendizaje y aceptación de mis raíces indígenas y españolas, lo que me llevó a reconocer la presencia de las raíces africanas en mí persona y cómo cada vez que el tambor suena mi corazón empieza a palpitar rápidamente y no puedo detener el deseo de moverme.
Este aprendizaje profundo, y en momentos doloroso (la sanación duele), me hizo una mejor persona. Estoy conscientemente trabajando en usar mis palabras de forma sabia y con sentido, ya sea en inglés o en español, y cada día trabajo arduamente para no dejar que las etiquetas que otros utilizan para definirme, establezcan lo que pienso y siento acerca de mí misma.
Uno de los principales aprendizajes que recibí de MÁS fue lograr un equilibrio entre amar mis raíces, estar orgullosa de mi lengua y de dónde vengo, al mismo tiempo que desarrollé la capacidad de admirar, aprender y reconocerme en otras comunidades y otras culturas. Despertó el deseo de entender por qué otras personas son quienes son y dónde están en la vida, sentir cómo sienten y tener esa curiosidad de aprender sobre ellos y apreciar sus contribuciones a nuestras comunidades, a nuestros países y a nuestro mundo.
Esta apreciación se alimenta de no posicionar una cultura como mejor que las demás, e implica la capacidad de valorar cada cultura y de entender el papel equitativo que desempeñan en nuestro mundo. Es compartir tus raíces, tu lenguaje, tus experiencias, tu hermosa piel y cabello, para contribuir, sorprender y sorprenderte de cuántas cosas podemos lograr juntos. Sólo necesitamos escuchar y abrir nuestros corazones para ver la belleza de cada uno de nosotros a través de los ojos de la gratitud y su capacidad para sanar mejorando nuestro mundo.
Siento un profundo agradecimiento y cariño por cada una de las personas que he conocido a través de esta organización. Me siento empoderada a ser yo misma, a estar agradecida por mis raíces y reconocer en cada parte de mí misma el reflejo del otro. Ha sido un placer y un honor formar parte de este increíble grupo de personas. Mi corazón está lleno de amor, gratitud y esperanza. MÁS me sigue moviendo todos los días. Deja que MÁS te mueva, y sé parte de MÁS generando más movimiento y contribuyendo a un mundo mejor.