Mientras estaba sentada con Dora al lado de una autopista después de verla dar una clase en una tarde muy calurosa, me contó su vida y su educación viviendo en Brasil y siendo bailarina. Habló de lo duro que fue ir a una escuela de danza en la que apenas había gente negra. Dijo que, aunque no había nadie que se pareciera a ella, estaba decidida a bailar. Había trabajado tanto en su técnica y mentalmente que casi nada podía impedirle alcanzar sus objetivos. Luchó mucho por bailar y no iba a dejar que la falta de diversidad le hiciera renunciar a sus sueños. Al final fue la primera persona negra que se graduó en su escuela de ballet en 1991. Afortunadamente, hoy en día la diversidad de la escuela en la que se graduó es mucho mayor. También me explicó que incorporan más danzas folclóricas. Antes, cuando asistía, mencionaba que era muy occidental y lo mucho que ella destacaba porque le encantaba bailar a lo loco y mover las caderas. Ahora ve que se incorporan los mismos bailes que antes estaban mal vistos. Dora ha crecido mucho desde entonces y la danza ha moldeado su carácter, sus valores y su moral. Una cita que quiero compartir es una que me dijo y creo que resume todo lo que he aprendido de ella:
“Hazlo, y hazlo a lo grande”.