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Por Alek

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Mi nombre es Ricardo Guity, cariñosamente llamado Baba Ricardo. Soy de Honduras, Centroamérica, criado en este pueblo de Colón Honduras, Santa Rosa de Aguai. La traducción literal de eso es Las aguas sagradas de Santa Rosa. Y eso es interesante porque, como resultado del colonialismo, el pueblo garífuna tiene una combinación de creencias cristianas, africanas e indígenas. Tenemos ritos de paso, que celebran el nacimiento, la llegada de la pubertad y, en última instancia, nuestra transición hacia la muerte. Los principios fundamentales asociados con la cultura garífuna como los he aprendido y como los conozco son un gran respeto por la comunidad, un gran respeto por nuestros mayores y un gran respeto por nuestros ancestros. No nos limitamos a enterrar a nuestros muertos y olvidarnos de ellos, sino que cuando nos enfrentamos a situaciones que pueden parecer difíciles o difíciles de manejar, los traemos a esas situaciones y a esos asuntos de una manera ritual y espiritual. Intentan ayudarnos a superar esos problemas.

 

Vine aquí cuando era niño con mis padres a finales de los 60 como inmigrante hondureño de primera generación. Vivíamos en una vecindad en Boston que estaba al lado de una escuela de arte para niños y adultos que se llamaba Elma Lewis School of Fine Arts. Ahí fue donde conocí a mi primer profesor formal de percusión, su nombre era Babatunde Olatunji de Nigeria. Es interesante cómo terminé en una comunidad, la nigeriana, no muy diferente a la mía en Honduras. Empecé la escuela muy pronto sin entender el inglés pero rápidamente me adapté aprendiendo y entendiendo con soltura. Pasé gran parte de mis primeros años en Boston asistiendo a escuelas públicas y privadas, además de los programas extraescolares de la escuela Elma Lewis que estaba al lado, hasta que nuestra familia se trasladó a otra parte de la ciudad. Fue una gran experiencia que me hizo sentir el gusanillo de la música y las artes. Aparecí en varios programas de circuito cerrado y de televisión local en aquella época con Babatunde como baterista principal en su conjunto para niños.

Después de la escuela secundaria, me quedé en Boston y durante un par de años continué mi carrera musical con bandas formadas por mi padre y mis parientes, mientras trabajaba en actuaciones corporativas. Al final de esos dos años tuve la oportunidad de continuar mi educación en Atlanta, GA, en una escuela llamada Morehouse College. Después de graduarme volví a Boston, me casé y tuve dos hermosos hijos antes de mudarme a Minnesota y finalmente a Washington en 2003. Desde entonces estoy aquí. Hago mucho trabajo como artista, activista y músico. Trabajo con niños de primaria a secundaria y con universidades. Intento enriquecer culturalmente sus vidas, proporcionándoles información sobre mi cultura garífuna, que es muy singular. Los garífunas son un grupo de africanos que nunca fueron esclavizados; se mezclaron con la población indígena que, en última instancia, creó lo que yo soy.

Hay un par de narrativas diferentes sobre la historia; se habla de un barco de esclavos abandonado en las Islas San Vicente que finalmente los llevó a ser acogidos por la población indígena de esa zona caribeña. Hay otra narrativa que habla de un comienzo mucho antes. Hay un libro, “Vinieron antes que Colón”, escrito por Ivan Van Sertima. Es interesante que tenga información sobre la llegada de los garífunas a Sudamérica cientos de años antes de las otras fechas de llegada. Se habla de una peregrinación siguiendo el río Orinoco, a través de las poblaciones indígenas de Venezuela, y finalmente desembarcando en las Islas de San Vicente. También hay otra historia sobre el desembarco del pueblo garífuna en la costa norte del Atlántico. Así que lo que ocurrió fue que, tras muchos años de conflicto con los británicos en las Islas de San Vicente, finalmente fueron exiliados en Punta Gorda Roatán, en Honduras, y continuaron hacia Guatemala, Nicaragua y Belice, con varias comunidades en Estados Unidos y más allá.

Así que la historia es muy singular, y la comunidad es de las que una vez funcionó como una sola. Uno de los mantras, o el mío personal, es “Somos más fuertes unidos que divididos”, y lo digo también en garífuna, “Heretimatiwa Uwara”. Cuando decimos eso, lo decimos de verdad, somos o fuimos, al menos en mi experiencia, quienes crecimos en una comunidad que se apoyaba mutuamente. Por ejemplo, si alguien de la comunidad necesitaba construir una casa o levantar un tejado de paja, se hacía sonar una caracola (Wadabagei) y todos nos reuníamos como comunidad para ayudar. Las madres o las mujeres cocinaban la comida y los hombres construían lo que fuera necesario.

Lo interesante de la comunidad garífuna es que depositamos responsabilidades en los hombros de cada uno de nosotros. Las cosas han cambiado un poco ahora, pero inicialmente era tarea de la madre, por ejemplo, mantener el hogar y cuidar de los niños en sus primeros años. Y lo interesante de esto es que el lenguaje es patriarcal y matriarcal. Lo que significa que las mujeres hablan de una manera determinada y los hombres de otra completamente distinta. Así que los niños aprendían la lengua materna de su madre. Si nos remontamos a épocas anteriores, cada vez que las poblaciones indígenas originarias del Caribe vencían a otras comunidades, lo que hacían era llevarse a sus mujeres. Las mujeres no querían olvidar sus lenguas originales. Así que se lo enseñaron a sus hijos. Es realmente una dinámica interesante, y sin embargo fuimos capaces de comunicarnos entre nosotros. Así que las madres se quedaban con los niños durante los primeros cinco o seis años de su vida, luego se iban al bosque con sus padres y aprendían el idioma de sus padres.

Lo más importante de la comunidad, además de lo mencionado anteriormente, es la música garífuna. La música garífuna se utiliza a menudo en el activismo, tenemos nuestro tambor que es nuestro mensajero. Tenemos la lengua garífuna, que a menudo nos proporciona historias y nos da información a través de las canciones. Por ejemplo, tenemos una canción que habla de la temprana salida del pueblo garífuna de las islas de San Vicente para desembarcar en Honduras. Y vayas donde vayas hay una variación de esa canción, una historia diferente pero el mismo tipo de canción; para que cuando todos estemos juntos podamos conectarnos. Las personas que llegaron a Guatemala tuvieron experiencias diferentes a las de las personas que llegaron a Honduras. Ahora hay miles de versos diferentes para esa canción. La cosa es que había un verso inicial, pero ahora la gente está creando nuevos versos constantemente. Así que la canción está evolucionando todo el tiempo. Es un viaje interminable.

Pregunta:

Entonces, la última vez que conversamos, hablamos de la música como lenguaje, y hablamos de sonar música en lugar de tocarla*.

Respuesta:

En realidad, esto proviene de una experiencia que tuve con un artista de Zimbabue. Estaba haciendo un taller, y entonces alguien le preguntó cuánto tiempo llevaba tocando. Sin dudarlo, dijo: “Creo que es importante aclarar algo, y espero que os sirva de apreciación para entender que en África, de donde soy, cuando hacemos parte de nuestra música con nuestros instrumentos no usamos la palabra tocar, usamos la palabra sonar. Porque cuando decimos la palabra “tocar”, el idioma africano que yo hablo es tal que hay que ser muy específico con lo que se dice, y tiene que hacerse de una manera respetuosa y coherente, porque muchas veces es difícil de traducir debido a las limitaciones del idioma inglés, otras formas de expresión no se pueden ver realmente de la misma manera que en el país de origen que está tratando de explicar algo. Así que para ellos, sonar el instrumento es lo que usan, no tocar, porque tocar lo equiparan con algo de poca importancia, algo que estaba en línea con un pasatiempo infantil. Así que tocar no formaba parte de su lenguaje a la hora de expresarse o de explicar el proceso de sacar el sonido del instrumento, así que él sonaba, no tocaba”. 

Me pareció muy interesante, y lo entendí de inmediato, porque la cuestión es que cuando hago sonar el tambor en mi idioma siempre digo que la música es un lenguaje universal y que el tambor es el mensajero primordial. Es decir que, incluso hoy en día, hay zonas en África Occidental en las que el lenguaje tonal de los tambores es capaz de transmitir a alguien que está escuchando exactamente lo que ese tambor está diciendo. En otras palabras, hay una manera de comunicarse de manera eficiente y efectiva simplemente haciendo sonar el tambor y resaltando el tono diferente. Dado que el propio lenguaje es tonal por naturaleza, alto, medio y bajo, lo mismo puede decirse de los tambores. Esto es coherente con la lengua garífuna y la música garífuna. La música garífuna tiene una variedad de sonidos y tonos diferentes que se asocian con los géneros específicos dentro de la música. El más popular es la música punta, y es probablemente el más célebre de la música garífuna.

 

P: Fue muy interesante la última vez que hablamos de la música como lenguaje universal y de aprender las versiones de otras personas de ese lenguaje. Y me hizo pensar en cómo cuando aprendes algo puedes ampliar tu identidad. Así que mi pregunta es ¿cómo la música que aprendes amplía lo que ya has aprendido de tu cultura garífuna?

R: Uno de los aspectos del artista o músico garífuna desde mi perspectiva, habiéndome formado y aprendido de ello desde una edad muy temprana, es el aprecio por toda la música. Teníamos nuestra identidad a partir de nuestra música folclórica garífuna, sin embargo había otras músicas que formaban parte de nuestra experiencia, así que, por ejemplo, teníamos la salsa, el merengue y las rancheras de México. Hay una variedad de música diferente que formaba parte de la experiencia garífuna. Así que a menudo tomábamos de cada una de esas formas de expresión y desarrollábamos lo que luego se convertiría en nuestra propia identidad dentro de la tradición de nuestra propia música. Así que la música tradicional acabó evolucionando con el uso de instrumentos modernos, porque al principio no teníamos guitarra.

Sólo teníamos nuestro tambor, teníamos el caparazón de tortuga, teníamos la concha o el Wadabagei, el Sisira que es una maraca. Pudimos tomar elementos de estos diferentes estilos de música y luego desarrollarla como la “parranda”. La parranda es una especie de blues del pueblo garífuna y, además, me tocó formar parte de una generación que desarrolló la versión eléctrica de la música garífuna, que se llama “Punta Rock”. Cuando tenía unos 15 años más o menos se lo hice saber a mi padre y a mis tíos, con los que sonaba la música a principios de los 70. En esa época teníamos artistas garífunas que cantaban merengues y cosas en garífuna. Así que lo que pasó fue que dije “¿no sería una buena idea si ponemos guitarra eléctrica y bajo en esto y usamos los ritmos y los tambores reales y creamos un nuevo sonido?”.

Y lo siguiente que sé es que alguien en California estaba haciendo una canción llamada “Punta Rock”, que es algo en lo que yo también había pensado al principio en Boston con mi padre. Lo que pasa con el pueblo garífuna es que realmente respetamos y apreciamos todos estos géneros diferentes. Así que para mí, cuando crecía, las diferentes expresiones de los lenguajes musicales se hablaban de maneras específicas. De este modo, si vas a Venezuela y vas a Perú van a tener un swing diferente, van a tener su propia cadencia que habla de la forma específica en que esa voz de la gente se expresa musicalmente. La República Dominicana tiene su merengue, que suena de una manera específica. La salsa, la música cubana, todas tienen estos pequeños matices o especificidades. De la misma manera que aquí, si hablas con alguien de la región del sur, tienen una forma diferente de hablar.

 

P: Al principio hablamos mucho de la historia y de las diferentes canciones que han surgido de esa historia en la cultura garífuna. Me preguntaba si estabas de acuerdo con la afirmación de que la historia es como la música. En el contexto de todo lo que hemos hablado, especialmente cuando se trata de escuchar la historia de otros pueblos y ser capaz de tocarla de la forma en que otras personas lo han hecho.

R: Eso es exactamente lo que es. De hecho, hay ciertas regiones del África Occidental que utilizan la música para transmitir la historia a través del “griot”. Un griot es un historiador africano cuyo único propósito es llevar la historia desde los inicios hasta la actualidad. Es capaz de remontarse a varias generaciones de una sola familia en particular, a través de las canciones.

Así que, en esencia, un griot podría estar cantando durante horas sólo sobre el comienzo de un linaje concreto. Conocen la historia desde el tatara-tatara-tatara-tatara-abuelo, hasta el nacimiento del hijo más reciente. Así que son como libros de historia humanos. Y volviendo a tu punto, es una excelente manera de verlo.

 

P: ¿Y es por eso que cada lugar tiene un swing diferente?

R: El swing diferente es simplemente la forma en que se expresa, es más una cosa regional. Sin embargo, la música con historia, que de nuevo probablemente se remonta a la época de África, de donde vino la mayor parte de la música. Con respecto a la afirmación del griot, estamos hablando de libros de historia, y de que los libros de historia forman parte de la música. Porque los griots te cantarán su historia varias generaciones atrás, hasta el principio. Volviendo al lenguaje de la música, es más bien una forma de expresión para los individuos, dependiendo de la región de la que procedan. Hay gente de Sudamérica, de Centroamérica, del Caribe, que tienen formas diferentes. Y dentro de esas regiones también hay diferencias seccionales. Por ejemplo, si tienes a alguien de México, que es tan vasto, California solía ser México, Texas solía ser México. Y así, una región podría cantar una canción o bailar de una manera determinada, y otra bailaría de manera muy similar, pero se expresaría de una manera diferente basada en las experiencias de la región que habitaban.

 

P: Algunas otras preguntas eran relativas a la negritud. El Grupo de Jóvenes de MÁS tiene mucho que ver con la conexión con tu propia negritud y lo que eso significa para todos, porque es algo muy difícil de definir. Evidentemente, hablamos mucho de la historia, y la negritud tiene mucho que ver con la historia.

R: La negritud es historia porque es el origen. Todos los comienzos fueron desde allí. Y luego, a medida que nos alejamos más y más de allí, tuvimos oportunidad de atestiguar nuestro entorno, y convertirnos en lo que éramos en esas diferentes regiones basadas en el hecho de que viajamos allí. Y cambia un poco, pero al final, volviendo al principio, la negritud es historia, para todos. Para mí, una vez dicho esto, es algo con lo que no batallo. Y ciertamente reconozco la singularidad de mi propia historia. El hecho de que cuando la gente me ve asume inmediatamente, sólo por el lenguaje y por hablar conmigo, que soy afroamericano. Y cuando lo aclaro digo: “En realidad nací en Honduras y soy garífuna. Mi historia es un poco diferente”. Y dicho esto, una de las cosas que siempre me ha parecido importante -más recientemente que antes, porque el activismo es importante para mí- es reconocer que la individualidad está bien, que es importante para mí.

Llega un momento en el que veo las cosas de otra manera. Por ejemplo, veo realmente a la persona, más allá de su armadura. Veo todo y todo lo que hay dentro de ti, como el individuo que eres, no quitando la negritud sino simplemente compartiéndola de forma que se entienda. Sin embargo hay que profundizar y mucho más para extrapolar de ahí lo que realmente es más importante. Y encontrar una base para crear esa verdad universal, que es el amor. Para mí todo lo demás es una ilusión, simplemente he llegado a esa conclusión a través de mis años, mis experiencias, a través de las oportunidades que he tenido. Conociendo a todas estas grandes personas de todo el mundo, he llegado a la conclusión de que la verdad universal es el amor, todo lo demás es una ilusión. He aprendido que las emociones son sentimientos. Y realmente me convencí de ello, de que mi fuerza proviene de mi capacidad para tomar decisiones basadas en lo que sé que es lo correcto, en lugar de simplemente reaccionar y responder a una emoción que me atraviesa que no puedo controlar. Puedo controlar cómo la dejo salir, pero no puedo controlar cómo entra. Ahí es donde reside el poder.

Así que expreso mi negritud a través de mi capacidad de ver más allá de lo que hay. Miro las cosas de una manera más profunda y trato de tomar buenas decisiones sobre cómo navegar a través de este proceso llamado vida. La negritud es muy importante, pero hay mucho más. Dadas las desafortunadas transgresiones de la humanidad en la actualidad con lo que está sucediendo como resultado de que los medios puedan capturar las atrocidades que han estado sucediendo durante milenios. Es realmente importante entender esa verdad universal, el resto es una especie de mierda.

Nos centramos en el todopoderoso dólar, no sé quién creó el dinero, pero quien lo hizo fue un genio. Hubo un tiempo en África en el que el intercambio de servicios se hacía de forma tangible, era algo. Por ejemplo, te doy una gallina si me construyes una casa. O si haces esto te ayudaré a arreglar tu casa. Y alguien vino y decidió monetizar, y lo siguiente que sabes es que la gente está viviendo vidas donde hay tanta disparidad, tanta separación. Hay un cierto grupo de individuos que van a estar en una realidad completamente diferente. No están construyendo relaciones para construir sus vidas. Y la realidad es que si el mínimo porcentaje de la gente que tiene toda esa riqueza juntara su dinero, podrían eliminar todo lo que es contrario a lo que debería ser la vida. Porque veo que aunque hay gente que trabaja para intentar crear esos puentes, los poderes, sean los que sean, no lo permiten. Pero sí seguimos adelante, creo que lo mencioné antes, hay un viejo adagio que habla de esto. Sobre las dificultades de las cosas que encontramos en nuestro viaje. Y la metáfora que usamos es: “¿Cómo te comes la cabeza de una rata? Poco a poco”. Tienes que hacer lo que puedas con lo que tienes.

 

P: Otra pregunta que tengo tiene que ver con la inspiración o el impulso cuando se trata no sólo de crear nuevos sonidos, sino también de todo el trabajo que haces con MÁS y la enseñanza que impartes. ¿De dónde sacas esa motivación?

R:  Fui miembro fundador de MÁS, y recuerdo cuando lo discutíamos. Pasaron algunos años antes de que finalmente nos reuniéramos e hiciéramos una ronda en la Universidad de Washington. Esta fue la primera reunión que tuvimos, y recuerdo que Mónica Rojas consiguió una habitación en la universidad. Y el primer día que nos reunimos uno de los participantes fundadores se dejó las llaves dentro de la puerta que estaba cerrada. Así que todos nos quedamos allí hasta que descubrimos cómo sacar las llaves. Fue un testimonio de lo que -desde el principio- queríamos crear en términos de una visión para MÁS, que es “En la unidad está la fuerza” y que no deberíamos sentir que estamos solos. Y para mí, cuando hablo de la evolución de la música y de dónde me ha llevado trabajar con toda esta gente diferente, creo que empezó en mi infancia con mi abuela en Santa Rosa de Aguán, y con mi papá que era músico. Así que gracias a él adquirí un profundo aprecio por todos estos sonidos diferentes, y sonamos todos estos géneros musicales diferentes con su grupo y el de sus hermanos. Era como una cosa de familia. 

También Babatunde Olatunji, mi primer profesor formal de batería, vino de Nigeria, y como fue el primero, sonó con un montón de los grandes, pioneros del jazz e influyentes del jazz desde el principio. Así que esas experiencias me abrieron el mundo para escuchar todos esos sonidos diferentes. Y me di cuenta de que “¿Sabes qué? En realidad soy un trozo de arena o una hormiga en un hormiguero. Tengo que tratar de buscar formas de escuchar la música, y escuchar los diferentes sonidos”. Y así comenzó mi andadura con la música y mi viaje con la enseñanza, tratando de compartir todo lo que pueda. Creo que es importante crecer construyendo, y construir plantando semillas. Y si podemos poner material orgánico en la tierra y hacer lo necesario para que esté sano y crezca, creo que es importante hacerlo. Así que eso es lo que trato de hacer, trato de proporcionar esas semillas, trato de ser lo más abierto posible en proporcionarles integridad e información que construya.

Siempre haré lo mejor que pueda y trataré de responder de una manera que te ayude, por ejemplo, a ser capaz de tomar algo que puedas extender en tus relaciones y en tu viaje a través de tu proceso vital.

Tal vez en el futuro puedas tener una conversación en la que se invierta, en la que tú estarás aquí y la persona con la que estás hablando estará allí, y vas a poder seguir adelante y compartir lo que has aprendido y lo que has aportado.

Escucha la entrevista completa

(*) En inglés el verbo “to play” significa tocar instrumentos pero también jugar. En el español no aplica esta sustitución pues “tocar” un instrumento no trivializa o infantiliza la acción ya que no habla de “jugar” con él. De todos modos sí hay una diferencia sustancial entre “tocar” un instrumento y “sonar un instrumento”. La traducción respeta eso.

Soy Alek Gastmans-Baynes. Nací en Seattle, WA, el 11 de octubre de 2005, y he vivido aquí toda mi vida. Tengo 15 años y actualmente voy a cursar el décimo grado… Más

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