La visita de Gemaly Padua Uscanga, nos dejó un canto sabor a décima en la boca, un ronroneo de tarima en el cuerpo, un montón de recuerdos llenos de sonrisas infantiles jugando alrededor de la tarima, de olores deliciosos de comida recién hecha, que cocinamos juntos, mientras nuestros corazones se suavizaron con el sonido de los sones, al mismo tiempo que brotaban reflexiones sabrosas con olor a sopa, pozole y tamal.
Su visita nos dejó con la certeza de que estamos construyendo comunidad con la tecnología que nos brinda la tradición del fandango, y de qué estamos haciendo un territorio paralelo, en donde todos los que queremos conectar con la sabiduría ancestral que se resguarda en esta tradición, podamos tener un espacio para llenarnos de esos saberes; un espacio donde no se excluye, pero se llama a la reflexión y al compromiso de proteger esos saberes, usando el valor de lo colectivo, el amor, y tanto la responsabilidad individual como colectiva como guías para la construcción de ese territorio.
Seattle Fandango Project es un colectivo que existe mucho antes de que MÁS naciera como organización y quienes han sido los responsables de dar continuidad a la tradición del Fandango aquí en Seattle. Ha sido un honor para nosotros colaborar en esta oportunidad con todas las personas que hacen parte de Seattle Fandango Project, para hacer posible este regalo que nos ha dado la vida de tener por dos semanas a una mujer con tanto amor y poder para compartir y enseñar. La visita de Gema reafirmó los vínculos comunitarios que MÁS Y SFP han estado construyendo y nos invitó a afirmar nuevamente que la colaboración es el camino y que juntos somos más fuertes, que debemos seguir abonando juntos la reafirmación de este territorio de saberes en migración y afirmar que el arte es político y que estas tradiciones están ligadas a las luchas y resistencias de los territorios que la originan y nos invitó a aproximarnos y a entender cuáles son las luchas que vivimos en este territorio en donde estamos para seguir usando el Fandango no como un arte de consumo, y continuar el camino de organizar con y para esas luchas.
Reflexiones Colectiva del Seattle Fandango Project
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- Afirmar la conexión y afirmar las tecnologías en nuestros territorios. El estar.
- Gema nos deja una energía de unión, conexión y nos impulsa a seguir creciendo.
- La honestidad que ella comparte, nos invita a ser uno mismo y ser honestos en el espacio.
- la visita de ella nos dio la oportunidad de conectar con Fandangueros de Vancouver
- Gema tiene el poder de que nos abramos y nos sinceremos y eso es muy especial.
- La manera en que Gema comparte y el que lleguen las lágrimas y que siga compartiendo es parte de ser y no hay que pedir perdón, es parte de un proceso y eso enseña mucho y abre una posibilidad para conectar de una manera que da la pauta para conectar a nivel del corazón y con vulnerabilidad.
Gema es rumiante de pensamiento
Versos:
rumiante de pensamiento
A Seattle vine a parar
Es mi cantar un andar
Con lágrimas de sentimiento.
Gema, cómo la llaman sus más cercanos, es una guardiana de la música tradicional de su región; Jarana o “Son Jarocho”, música de fandango, es interprete de la guitarra grande uno de los instrumentos más representativo de la comunidad de Chacalapa, un instrumento que cumple funciones de bajo y percusión. Estudiante, promotora de salud popular y lo tarea más demandante, madre de un adolescente. Una constante aprendiz de la vida, las personas y el arte. Miembro fundadora del Colectivo Altepe.
A continuación lo más resaltante de la conversa entre Milvia Berenice Pacheco Salvatierra y Gemaly Padua Uscanga:
Cuéntanos, ¿Cómo surge y a qué se dedica el colectivo Altepe?
Es una organización multidisciplinaria de base comunitaria que tiene 18 años, en principio fue por el gusto por la música, el fandango, ya que la mayoría los miembros nos encontramos y nos conocimos mucho en ese espacio, en la fiesta popular de nuestra región y después de la música como que eso nos abrió puente, también algunos compañeros y compañeras ya venían de procesos comunitarios como la radio, el video, entonces fuimos juntando esos conocimientos que veníamos aprendiendo para compartirlo con nuestra gente, con nuestras comunidades, porque el colectivo está integrado por jóvenes y ya no tan jóvenes de diferentes comunidades y de ahí también del sur.
Y ahora nuestro trabajo meramente está más enfocado a la formación política, como un trabajo educativo, con juventudes y niñez de la región, en la defensa del territorio y en el cuidado de la vida.
Sigue escuchando la conversa entre Milvia Berenice Pacheco Salvatierra y Gemaly Padua Uscanga para este Afro Saberes.
Eso me hace pensar en uno de los espacios en donde has estado compartiendo esa sabiduría, nos preguntábamos cómo enfatizar en esta idea de que, la cultura es política, y que a través del trabajo que realizan desde el Colectivo Altepe con las comunidades se utiliza el fandango, como una herramienta para hablar de las realidades que afectan las comunidades y también como una manera de hacer, reclamar, resistir y celebrar lo que se hace. Cuéntanos más acerca de esto.
Creo que el fandango ha sido una manera en la que hemos construido nuestra forma de vida, una forma para organizarnos que tiene que ver con muchas otras cosas. Generalmente cuando hablamos del fandango, lo pensamos como el eje central de nuestra organización comunitaria, pero en realidad creo que nosotros hemos venido haciendo un trabajo de reflexión interna, entendiendo que el fandango forma parte del territorio y no al revés, ¿no? Sino que es el territorio él que le da forma a la comunidad y de ahí devienen todas estas cosas, y ya nosotros como parte de la comunidad, formamos estas asambleas, formamos la fiesta, formamos la organización y demás, y ha sido algo que hemos aprendido con la gente mayor.
Si es en la en la música, en el fandango, pero también entendiéndola como eso, como una forma de vida digna y otras herramientas que son parte fundamental del trabajo que las podría identificar como en cuatro momentos; la música, el arte, la comunicación, la defensa del territorio. Y este trabajo de derechos humanos y culturales, trabajando con otras organizaciones, porque nuestro trabajo ha sido de alguna manera autogestionado, se ha sostenido porque se ha hecho un trabajo de redes colaborativas a nivel local, pero también ya en otro en otras escalas, ¿no? Local, regional, en nuestro estado, pero también en el país. Y también con estas conexiones se ha hecho posible que uno pueda estar aquí,
Compartiendo esto que sostiene el trabajo, pues viene con esto del arte, viene con esto de la música, de aprender estas herramientas de radio, de actualizarnos conforme va avanzando la tecnología y que no vamos meramente como al ritmo, pero lo vamos haciendo como a los ritmos a los que nuestra forma de vida nos va marcando, no por como decidimos llevar a cabo nuestro trabajo y que se ve también como herramientas lúdicas para las juventudes, no como algo que llama la atención esto de grabarse, porque ahora pues muchas generaciones ya nacen ya nacieron con esta posibilidad de tener acceso al internet, el acceso a ciertos dispositivos que en otras generaciones no, resultó que era más difícil, pero ahora podemos ocupar esas herramientas que también son como un para muchos, como muy fácil tenerlas, pero también como lograr facilitarlas para otros. Entonces hacer video, hacer radio ha sido también un proceso de documentar nuestra realidad y que hablemos de nuestras propias estéticas, que nosotras y nosotros, nos veamos reflejados en esa realidad y no necesariamente que tengamos que buscar una realidad que no nos corresponde desde los medios hegemónicos, desde esta masividad que luego también nos rebasa.
¿Cuáles son tus reflexiones en relación a lo que implica estar preservando estas tradiciones? Llevar la tradición del fandango fuera del territorio y conectarte con gente que esta haciendo lo mismo desde otras latitudes.
En primer lugar, estoy como bien contenta y también agradecida, porque al final es resultado de esas relaciones que se siguen abonando y se siguen construyendo. Eso de encontrarnos en la presencialidad pues siempre es súper emotivo, reconfortante y esperanzador, porque platicamos y compartimos, como dices, desde la virtualidad, luego parece algo que no se puede concretar porque que es 2021 a 2024, pues son tres añitos.
No es lo mismo como el hablarlas, el planificarlas, el pensar también el sentido que pueda tener, como llegar a estas comunidades, a estos espacios, se siente un sueño materializado y eso es algo muy chido, muy bello porque ha sido como la que se fue dando en construcción con otros procesos que de alguna manera con el colectivo Altepe ya algunos los conocíamos o ubicábamos a ciertas personas, pero ahora es otra vez reconectar y que bueno, esta es la tercera vez que vengo a la ciudad, y era la oportunidad de conectar con personas en San Diego, en Tijuana, en San José, en Watsonville, San José, en Watsonville y de ahí venir a Portland, saludar a los amigos en Salem y venir para acá y también encontrarnos con las compañeras, compañeros de Fandango Project, y ahora conectar directamente con MÁS y con todo lo que se está construyendo. Creo que también es una mirada de reconocer como ese trabajo que hay detrás de tantas personas para que nos podamos juntar, para que nos podamos ver, para ponernos al día, pero también como ver qué otras cosas podemos hacer para reforzar y fortalecer los trabajos o las cosas que estemos haciendo en nuestro territorio.
Independientemente de estas distancias o estas fronteras que pueden ser como esa limitante, si las pensamos como eso, pero que justo dialogando, compartiendo como que esa cosa es lo de menos, como que eso se vuelve, ya una cosa como invisible, como que eso no existe y es también reconocer los procesos que también hemos tenido para volver a conectarnos, que tal vez estamos en otros momentos en nuestros trabajos, en nuestro quehacer, pero que si ahorita estamos como en esa reconexión, es también como eso de darnos el abrazo, pero también como darnos la mano, ver cómo nos apoyamos y que creo que la música se vuelve como ese puente, pero también como las personas que hacen posible que esto sea palpable
Que estamos también como dividiendo, porque la primera vez que venimos aquí fue hace 12 años, entonces es después, fue hace como siete, ocho años y ahora pues no vengo con el colectivo, pero sé que hay un trabajo con todas las compañeras y compañeros que forman parte del colectivo, que sostienen, pues también como mi estancia en estos lugares para poder compartir lo que se está haciendo allá y que digo no, no lo está haciendo Gema, lo está haciendo Luz, lo está haciendo Sael lo está haciendo Chirro, lo está haciendo Emiliano, lo está haciendo Cindy, Miguel y Dani, un montón de personas que ya no voy a decir nombres porque luego voy a van a decir a mí no me nombraste, pero bueno, es eso.
Como reconocer el trabajo y el fruto del cuidado y del abono que se le da a nuestras relaciones.
La cultura es política, porque también hacemos como ese trabajo de que lo que creamos responde a esas necesidades que tenemos en nuestros lugares y entonces rompe como con muchos esquemas que se supone que deberían de hacerse de cierta manera.
Creo que ya lo dije pero lo que me ha hecho eco, es como de reconocernos que estamos como en otro momento, de nuestros procesos y que es para ver como eso estábamos pensando estas cosas, lo intentamos, no lo intentamos, funcionó, no funcionó esto que funcionó ahora ya nos sirvió para esta otra cosa, no sé ahora como compartir esto que ha sucedido con la música, no necesariamente que es solamente la música de jarana, la música del fandango, sino estas creaciones que están haciendo las chicas, los chicos en Veracruz y compartirlas acá. Pues decía yo las escucho cada que las comparto, como que igual se me hincha así el pecho.
¿En este viaje artístico y cultural con MÁS, ¿qué otras cosas que otros elementos has percibido como elementos comunes en estas diferentes manifestaciones?
Bueno, creo que algo así. Pues eso, que no se hace, no lo hace una persona y eso creo que es importante porque a veces, no sé si es inconsciente o conscientemente, eso también es como parte de la reflexión que luego separamos todo, porqué es más fácil, porque es más cómodo, porque es más adaptable. Si sacas una cosa de algo tan amplio y tan profundo y tan arraigado, pues está incompleto, y si está incompleto, pues obviamente va a haber algo que no va a terminar de decir, no va a terminar de cuajar, ¿no? Entonces creo que tanto la bomba, la capoeira, el taiko, el obon, ninguna de esas expresiones, por lo menos de los que las personas, el atado de Negrito, obviamente, si vino a alguien o dos personas más a compartir algo, pero que en realidad siempre estuvo presente, que no era una cosa individual, que todo eso se hacía en comunidad y que y que todo eso se hacía exactamente, pues de manera colectiva y que cada elemento tiene una importancia en hacerlo.
A mí la bomba me encanta y ahora la entendí desde otra perspectiva. Y eso me pareció bien chido, porque siempre hablamos de que nos impone, ¿no? Nos da miedo entrar al batey, pero también decían, pero también entrar a la tarima. Es así como este es un reto, entrar y participar en La Rueda es otra cosa, ¿no? Pero entonces cuando se empezaron a compartir las otras maneras, tenemos ese miedo y lo platicábamos y tiene también que ver como con toda esa memoria que guardamos en el cuerpo, que a veces ni siquiera es nuestra, pero que la traemos ahí, atravesada por nuestros propios este ancestros y lo queremos ver de esa manera, pero que se manifiesta en nuestro cuerpo y entonces nos sale ahí como un pequeño tope, pero hay otra parte de uno que está como con esa necesidad de ser parte de eso de sentirse, de dejar que el cuerpo se mueva, que saque lo que lo que quiera sacar y que por ejemplo con el Taiko lo sentía como muy parecida a la capoeira. Nosotros en algún momento en Sembradores, que fue uno de los espacios que sostuvimos con el colectivo Altepe en Acayucan, que fue una de las como de nuestras casas, allí practicábamos capoeira, y a veces pasaba que había cierta tensión entre algunos de los que estábamos participando y sin querer a veces nos tocaba hacer el juego en La Rueda con esa persona con la que traíamos como algún detallito y entonces tenía que ver como recordar que no era una cosa personal que estamos compartiendo y estamos ahí aprendiendo también.
Y como el arte es un elemento transformador de los dolores y las experiencias de violencia que estas comunidades atraviesan y que siguen apostando a la vida y que siguen apostando a mirar el mundo desde la entrega, desde el decir:
Yo estoy aquí para proteger, yo estoy aquí para entregar, yo estoy aquí para firmar la vida, no para controlarla, no para eh, producirla, no para agarrarla, no para quitarle, no para extraerle, sino que estoy aquí a pesar de estas dificultades para generar vida y sigo a pesar. El dolor generó vida de este dolor para transformarlo y para afirmar quien soy. Eso es poderosísimo.